Pisto
Durante mucho tiempo no comía pisto, seguramente por la forma en la que lo veía cuando era pequeño pero nada como la edad para quitarse limitaciones y ya hace muchos años, en una comida en un curso nos pusieron la típica cazuela de pisto con un huevo, obviamente nadie en la sala salvo yo tenía prevención contra el plato por lo que lo probé y ciertamente me gustó.
Más tarde y para hacer que los chicos comiesen más verdura empezamos a hacerlo y usarlo de acompañamiento pero, aunque ellos no se cansaron, a mí, llegó un momento en que no me llenaba y no tenía una idea de porqué y bueno, como hay otras muchas formas de comer verdura, cayó en el olvido aunque para mi era una asignatura pendiente.
Estos días que estamos liados y no podemos coincidir en la cocina y con un calabacín en la nevera se me ocurrió redescubrir el pisto añadiendo alguna variación para ver si era algo circunstancial o realmente era un capítulo cerrado y parece que la versión 2.0 del Pisto ha gustado.
Ingredientes fáciles y pocos:
1 Cebolla
1 Pimiento Verde (podría ser uno rojo y uno verde si tienen tamaño adecuado pero yo tenía uno verde aceptable)
1 Calabacín (finalmente no he echado todo porque me parecía grande)
1 bote de tomate entero y pelado
Corté la cebolla y pimiento en trozos tamaño uña de meñique, es decir no muy picado y empecé a pochar en una sartén despacio con un poco de aceite y pizca de sal.
Mientras pelé el calabacin e hice como dados también más o menos de 2 cm de arista (no hace falta regla para medir).
Cuando la cebolla y el pimiento llevan un rato, para nada coloreados, añado el calabacín, un poco más aceite y otra pizca de sal y dejo un buen rato hasta que pierde la consistencia el calabacin (sin desacerse). Añado un poco de pimienta.
Echo el bote de tomate entero y empieza a reducir. Añado un poco de sal y azucar (para que no se acidifique el resultado) y un poco de orégano (y las hierbas que os gusten). Se tira guisándose un tiempo hasta que se llega a una textura homogénea.
En principio pensaba que iba a sobrar pero ha servido de acompañamiento como podéis ver en el plato y también veis el resto del calabacin aprovechando la plancha.
Más tarde y para hacer que los chicos comiesen más verdura empezamos a hacerlo y usarlo de acompañamiento pero, aunque ellos no se cansaron, a mí, llegó un momento en que no me llenaba y no tenía una idea de porqué y bueno, como hay otras muchas formas de comer verdura, cayó en el olvido aunque para mi era una asignatura pendiente.
Estos días que estamos liados y no podemos coincidir en la cocina y con un calabacín en la nevera se me ocurrió redescubrir el pisto añadiendo alguna variación para ver si era algo circunstancial o realmente era un capítulo cerrado y parece que la versión 2.0 del Pisto ha gustado.
Ingredientes fáciles y pocos:
1 Cebolla
1 Pimiento Verde (podría ser uno rojo y uno verde si tienen tamaño adecuado pero yo tenía uno verde aceptable)
1 Calabacín (finalmente no he echado todo porque me parecía grande)
1 bote de tomate entero y pelado
Corté la cebolla y pimiento en trozos tamaño uña de meñique, es decir no muy picado y empecé a pochar en una sartén despacio con un poco de aceite y pizca de sal.
Mientras pelé el calabacin e hice como dados también más o menos de 2 cm de arista (no hace falta regla para medir).
Cuando la cebolla y el pimiento llevan un rato, para nada coloreados, añado el calabacín, un poco más aceite y otra pizca de sal y dejo un buen rato hasta que pierde la consistencia el calabacin (sin desacerse). Añado un poco de pimienta.
Echo el bote de tomate entero y empieza a reducir. Añado un poco de sal y azucar (para que no se acidifique el resultado) y un poco de orégano (y las hierbas que os gusten). Se tira guisándose un tiempo hasta que se llega a una textura homogénea.
En principio pensaba que iba a sobrar pero ha servido de acompañamiento como podéis ver en el plato y también veis el resto del calabacin aprovechando la plancha.
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