Gambas gratinadas sobre cama de patata en salsa de marisco
La verdad es que bautizar la receta con la historia que tuvo me resulta complicado. Además, cuando decidimos que era susceptible de guardarla, nos la habíamos comido por lo que, por segunda vez consecutiva, la foto, más adelante.
Nuestra intención era preparar otra cosa inspirándonos en una idea que habíamos visto por ahí pero cuando te encierras en la cocina-laboratorio y ves que lo que tienes, se abre un mundo de experimentación y lo que en principio iba a ser una patata rellena, dado el escaso tamaño de las patatas, se convirtió en patatas en rodajas para terminar siendo puré de patata pero, ¿lasaña de patata?, realmente llega a cansar por lo que decidimos construir individualmente en una cazuelita de barro una capa de crema de marisco parecida a la salsa Americana, una capa de puré de patata, unas gambas salteadas y todo ello napado con un poco de besamel que gratinaríamos en el horno.
El resultado de nuestra experimentación, a decir de los jueces-gourmets, fue más que aceptable, por eso está aquí y ahora.
Vamos a empezar a preparar porque se puede paralelizar ciertas tareas:
Ponemos a cocer las patatas, originalmente en rodajas aunque terminaron siendo puré.
Las gambas de las que disponía eran grandes y buenas. Las pelamos y las cabezas, cuerpos y colas las pusimos en un cazo con un chorrito de aceite, rehogamos, flambeamos y cubrimos con un poco agua para hacer un caldo corto. Al rato colamos, rectificamos de sal y añadimos un puñadito de arroz para que espesase y después triturar o retirar el arroz, depende de cómo nos quedase (nosotros lo retiramos, espesó suficientemente).
Las gambas las abrí por la mitad, tampoco es necesario, depende del tamaño pero diseccionar bichos se me daba bien en el laboratorio.
Preparamos una besamel al uso (o abres un brick, como veas)
Con un poquito aceite caliente y de ajo picado, salteamos fuerte las gambas sin pasarse (flambearlas es repetirse) y empezamos a montar la cazuela.
Abajo, la crema de pescado, capa que cubra, encima capa de puré de patata no muy gruesa, encima las gambas y encima la besamel, también sin pasarse y directamente al gratinador.
Plato poco ligero ya que la crema de pescado y el puré de patata se funden para confundir sabores. Las gambas, aportan la consistencia y la besamel gratinada parte del crujiente.
Todo es mejorable pero os puedo asegurar la cara de sorpresa de mis jueces cuando lo vieron y probaron. De hecho, mi reflexión era que si lo hubiese comido por ahí hubiese pensado que se abusa mucho de los potenciadores de sabor porque realmente sabía todo por separado pero el conjunto era muy homogéneo y, al haberlo hecho yo, me consta que no había usado nada que no haya expuesto arriba. No estoy en contra de las clásicas pastillas de carne, pescado o pollo pero, en este caso, sin añadir nada, salió con un sabor completo.
Respecto al nombre, acepto sugerencias antes de que ponga la foto.
Nuestra intención era preparar otra cosa inspirándonos en una idea que habíamos visto por ahí pero cuando te encierras en la cocina-laboratorio y ves que lo que tienes, se abre un mundo de experimentación y lo que en principio iba a ser una patata rellena, dado el escaso tamaño de las patatas, se convirtió en patatas en rodajas para terminar siendo puré de patata pero, ¿lasaña de patata?, realmente llega a cansar por lo que decidimos construir individualmente en una cazuelita de barro una capa de crema de marisco parecida a la salsa Americana, una capa de puré de patata, unas gambas salteadas y todo ello napado con un poco de besamel que gratinaríamos en el horno.
El resultado de nuestra experimentación, a decir de los jueces-gourmets, fue más que aceptable, por eso está aquí y ahora.
Vamos a empezar a preparar porque se puede paralelizar ciertas tareas:
Ponemos a cocer las patatas, originalmente en rodajas aunque terminaron siendo puré.
Las gambas de las que disponía eran grandes y buenas. Las pelamos y las cabezas, cuerpos y colas las pusimos en un cazo con un chorrito de aceite, rehogamos, flambeamos y cubrimos con un poco agua para hacer un caldo corto. Al rato colamos, rectificamos de sal y añadimos un puñadito de arroz para que espesase y después triturar o retirar el arroz, depende de cómo nos quedase (nosotros lo retiramos, espesó suficientemente).
Las gambas las abrí por la mitad, tampoco es necesario, depende del tamaño pero diseccionar bichos se me daba bien en el laboratorio.
Preparamos una besamel al uso (o abres un brick, como veas)
Con un poquito aceite caliente y de ajo picado, salteamos fuerte las gambas sin pasarse (flambearlas es repetirse) y empezamos a montar la cazuela.
Abajo, la crema de pescado, capa que cubra, encima capa de puré de patata no muy gruesa, encima las gambas y encima la besamel, también sin pasarse y directamente al gratinador.
Plato poco ligero ya que la crema de pescado y el puré de patata se funden para confundir sabores. Las gambas, aportan la consistencia y la besamel gratinada parte del crujiente.
Todo es mejorable pero os puedo asegurar la cara de sorpresa de mis jueces cuando lo vieron y probaron. De hecho, mi reflexión era que si lo hubiese comido por ahí hubiese pensado que se abusa mucho de los potenciadores de sabor porque realmente sabía todo por separado pero el conjunto era muy homogéneo y, al haberlo hecho yo, me consta que no había usado nada que no haya expuesto arriba. No estoy en contra de las clásicas pastillas de carne, pescado o pollo pero, en este caso, sin añadir nada, salió con un sabor completo.
Respecto al nombre, acepto sugerencias antes de que ponga la foto.
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