Las pruebas no mienten
Esta frase la llevo escuchando un tiempo bien sea en CSI, serie a la que estoy 'suscrito' desde hace tiempo como en la nueva a la que me he aficionado, Bones.
Lo cierto es que la única televisión que veo regularmente coincide con series de corte científico-asequibles que en realidad tienen unas cuantas inconsistencias técnicas para hacerlas tragables por la mayoría.
No obstante, la frase aludida la tenía más o menos asumida hasta estos días atrás en los que, al estar en el dique seco forzosamente por mi hombro, he tenido tiempo para disfrutar una vez más de un relato de Grisham. Tengo que reconocer que todo lo que ha caído por mis manos de este hombre me ha gustado, es como si relatase para mi. En muchos libros tengo la sensación de que ciertos escritores se enrollan innecesariamente, hacen descripciones tal vez muy poéticas pero poco prácticas y que desde luego, no pintan nada y en en casos, me hacen perder los nervios o el interés por el relato. En los libros de Grisham no tengo esa sensación y eso que suelen ser temas muy americanos, desde la descripción del sistema judicial (tan odioso para el ciudadano como supongo que debe ser cualquier otro), hasta el campo y sus campesinos pero a mi me mantiene el interés.
Volviendo al libro, he leído El proyecto Williamson. Lo compré de casualidad fuera del Círculo. Mi mujer dice que es un peligo que veamos un estante de libros por ahí. Yo no fui el primero en leerlo en casa y ya me había anticipado que era muy interesante.
Arranca con los 60 hasta llegar a nuestros días y básicamente, para no romper su magia, consiste en acusar a alguien de algo que se ve que no ha hecho simplemente porque es el que está más a mano utilizando un conjunto de pruebas desvirtuado, inutil y además nada rigurosas pero que en manos de un fiscal arrogante y pragmático frente a un jurado ignorante (sin tono despectivo pero es que es la realidad) puede acusar y condenar a cualquiera de algo.
Por ello, revisando el otro día la última entrega de CSI se me venía a la cabeza y obviamente me surgen un montón de dudas. Está claro que el ADN es nuevo y concluyente y parece muy claro pero quién y con qué criterio discute esto o discutía la utilización de pruebas antes.
Yo he sido perito judicial en varias ocasiones y aunque (¿qué voy a decir yo?) cuando veía que el tema podía ser muy complejo me declaraba incompetente para no errar, es seguro que bajo el paraguas de la ciencia se está acusando y condenando a inocentes, probablemente muy pocos pero algunos.
Es verdad también que gracias a estas pruebas seres despreciables que creen conocer todos los trucos son cogidos finalmente por la justicia a la que le falta todavía el recorrido de comprobar que si no hay reinserción no deben ser devueltos a la sociedad.
La ciencia tiene un toque de rigurosidad que se puede permitir dado que el factor tiempo no debería ser un condicionante. La adecuación de pruebas científicas para la vida real deben dar paso a la técnica de obtención de esas pruebas y deben estar perfectamente definidas porque en cierto modo es como una industrialización de esas pruebas científicas.
Por eso siempre planteo que ni CSI ni Bones ni otras similares (habrá miles) retratan científicos por mucho que a ellos les guste serlo. Tenemos el problema de la traducción del inglés pero ellos deben ser técnicos que aplican en un contexto una serie de pruebas tomadas con un protocolo riguroso para que no pueda escaparse un criminal despreciable por las argucias de su también despreciable abogado por defecto de forma. Si las pruebas técnicas se aceptan y son correctas, el peso de la ley debe caer sobre el delincuente pero abrumar con datos sin sentido no debe llevar a una condena injusta. También quiero hacer notar que en los casos que yo he visto en la vida real el juez no se deja impresionar por datos técnicos que obviamente se le escapan y aunque haya de todo, suelen ser muy inteligentes y las preguntas de conclusión abstraen esos datos unitarios para obtener una respuesta clara y concisa.
No obstante del protocolo y de mi ex-amigo House, hablaré otro día.
Lo cierto es que la única televisión que veo regularmente coincide con series de corte científico-asequibles que en realidad tienen unas cuantas inconsistencias técnicas para hacerlas tragables por la mayoría.
No obstante, la frase aludida la tenía más o menos asumida hasta estos días atrás en los que, al estar en el dique seco forzosamente por mi hombro, he tenido tiempo para disfrutar una vez más de un relato de Grisham. Tengo que reconocer que todo lo que ha caído por mis manos de este hombre me ha gustado, es como si relatase para mi. En muchos libros tengo la sensación de que ciertos escritores se enrollan innecesariamente, hacen descripciones tal vez muy poéticas pero poco prácticas y que desde luego, no pintan nada y en en casos, me hacen perder los nervios o el interés por el relato. En los libros de Grisham no tengo esa sensación y eso que suelen ser temas muy americanos, desde la descripción del sistema judicial (tan odioso para el ciudadano como supongo que debe ser cualquier otro), hasta el campo y sus campesinos pero a mi me mantiene el interés.
Volviendo al libro, he leído El proyecto Williamson. Lo compré de casualidad fuera del Círculo. Mi mujer dice que es un peligo que veamos un estante de libros por ahí. Yo no fui el primero en leerlo en casa y ya me había anticipado que era muy interesante.
Arranca con los 60 hasta llegar a nuestros días y básicamente, para no romper su magia, consiste en acusar a alguien de algo que se ve que no ha hecho simplemente porque es el que está más a mano utilizando un conjunto de pruebas desvirtuado, inutil y además nada rigurosas pero que en manos de un fiscal arrogante y pragmático frente a un jurado ignorante (sin tono despectivo pero es que es la realidad) puede acusar y condenar a cualquiera de algo.
Por ello, revisando el otro día la última entrega de CSI se me venía a la cabeza y obviamente me surgen un montón de dudas. Está claro que el ADN es nuevo y concluyente y parece muy claro pero quién y con qué criterio discute esto o discutía la utilización de pruebas antes.
Yo he sido perito judicial en varias ocasiones y aunque (¿qué voy a decir yo?) cuando veía que el tema podía ser muy complejo me declaraba incompetente para no errar, es seguro que bajo el paraguas de la ciencia se está acusando y condenando a inocentes, probablemente muy pocos pero algunos.
Es verdad también que gracias a estas pruebas seres despreciables que creen conocer todos los trucos son cogidos finalmente por la justicia a la que le falta todavía el recorrido de comprobar que si no hay reinserción no deben ser devueltos a la sociedad.
La ciencia tiene un toque de rigurosidad que se puede permitir dado que el factor tiempo no debería ser un condicionante. La adecuación de pruebas científicas para la vida real deben dar paso a la técnica de obtención de esas pruebas y deben estar perfectamente definidas porque en cierto modo es como una industrialización de esas pruebas científicas.
Por eso siempre planteo que ni CSI ni Bones ni otras similares (habrá miles) retratan científicos por mucho que a ellos les guste serlo. Tenemos el problema de la traducción del inglés pero ellos deben ser técnicos que aplican en un contexto una serie de pruebas tomadas con un protocolo riguroso para que no pueda escaparse un criminal despreciable por las argucias de su también despreciable abogado por defecto de forma. Si las pruebas técnicas se aceptan y son correctas, el peso de la ley debe caer sobre el delincuente pero abrumar con datos sin sentido no debe llevar a una condena injusta. También quiero hacer notar que en los casos que yo he visto en la vida real el juez no se deja impresionar por datos técnicos que obviamente se le escapan y aunque haya de todo, suelen ser muy inteligentes y las preguntas de conclusión abstraen esos datos unitarios para obtener una respuesta clara y concisa.
No obstante del protocolo y de mi ex-amigo House, hablaré otro día.
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